Seguramente han visto por la red circulando imágenes de supermamás, súper poderes que solo las mamás tenemos, etc. Nos hace sentir bien que nuestras capacidades sean vistas como algo extraordinario y sobretodo que se nos reconozca que lo que hacemos no es cualquier cosa.
El problema es que no siempre cumplimos con todo lo que se supone que las mamás hacen y ahí empieza la guerra interna.
De por si las mujeres vamos creciendo con muchas ideas impuestas (o autoimpuestas) que para el caso es lo mismo porque no es como que todas nuestras ideas son nuevecitas, casi todas están en nuestra cabeza por lo que vemos, escuchamos, mamamos de los demás (en un sentido figurado y literal). Ya para cuando iniciamos la vida escolar vamos teniendo muchos “requisitos” con que cumplir y cuando llegamos a ser mamás la cosa se complica mucho más.
Si antes habíamos tenido que cumplir con “vernos bien”, ser estudiantes, empleadas o al menos “trabajadoras”, ser amas de casa o tener conocimiento básico de los quehaceres domésticos ahora se van agregando requisitos. Desde el embarazo vamos teniendo que saber sobre anatomía, psicología, irnos informando sobre el parto, lactancia y preparación básica para EL momento. Lista de cosas que necesita el bebé, nosotras como mamás, tacto y prudencia para todo quien nos rodee (porque claro, no es responsabilidad de los demás respetarnos, si nosotras queríamos hijos nosotras habremos de aprender cómo sobrellevar a todos los opinólogos), habremos de ir aprendiendo primeros auxilios (que incluso hay cursos), afinar nuestros conocimientos de administración porque los gastos aumentan, saber cocinar mejor (y saludable, que no se nos ocurra hacer cosas golosas). En general, tenemos que saber organizarnos.
A mi siempre me ha gustado hacer planes, listas, cuadritos, horarios. Pero cuando tengo que cumplir con lo que puse en esas listas me cuesta un poco más. Y desde que soy mamá me cuesta un muchísimo más.
Hay días en que no llego a la regadera, o que de plano no alcancé a hacer la comida, o que se me olvida pagar algo o llamar a alguien, etc.
Algo tengo que estar haciendo mal, es lo que se me ocurre siempre.
Veo mamás guapísimas (generalmente las no tan guapísimas no me causan tanto conflicto yo creo) que al parecer nacieron para ser mamás, no se despeinan, a ellas no se les cae el cabello a puños después de parir. Salen del hospital con su ropa pre-parto y sus músculos siguen tonificados. Encuentran tiempo para hacer ejercicio, cocinar, amamantar (sin dolor), total… Me demuestran que algo estoy haciendo mal.
Cuando eso pasa, tengo un mal día o malas semanas. Lo cual se traduce en un poco más de caos y muchos intentos por reorganizarme. Ahí es cuando empiezo a buscar tips.
Siempre he sido multitasker, siempre he hecho muchas cosas a la vez, incluso años antes de que se me ocurriera que si quería ser mamá. Siempre tengo varios trabajos a la vez, estudio algo por gusto, intento una nueva receta, trato de leer varias cosas, etc., etc., etc.
Pero desde que soy mamá, nunca es suficiente. Me descubro con esa sensación de que me estoy equivocando en algo. Y creo que no soy la única.
La mayoría de mis amigas con bebés me cuentan que se sienten igual.
Incluso las que se ven guapas, siguen teniendo mucho cabello y les queda su ropa pre-parto (si, tengo de esas amigas a las que si ves por la calle con su bebé, radiantes, te da un poquito de coraje), hasta ellas me cuentan que todos sus esfuerzos no se sienten como suficientes.
Entonces me pregunto ¿qué estamos haciendo mal?
Y como siempre, investigo.
La mayoría de la información “confiable” indica que a las multitaskers nos funcionaría mejor organizar pendientes, priorizar e ir de una a una cumpliendo con cada tarea. Seguiríamos haciendo muchas cosas pero ya no a la vez.
Se trataría de romper vicios, porque estamos acostumbradas a amamantar chateando, cocinar porteando, ejercitarnos arrullando al hijo, hablar por facetime con amigas mientras nos pintamos las uñas, ver una película mientras platicamos con el marido y de nuevo un largo etcétera.
Entonces, al menos a mi, la idea de hacer solamente una cosa a la vez me da un poquito de estrés. Siento como si estoy desperdiciando el tiempo.
Los hechos dicen lo contrario, que lo optimizamos y logramos acabar con más cosas. Lo he intentado y si funciona. Para fines prácticos. Para fines emocionales me ha caído bastante mal esa estrategia. Siento que no soy yo.
Así que acabo recayendo cual adicta y me encuentro a los pocos días intentando hacer todo a la vez. Claro que no lo consigo, de nuevo la vida se ve caótica, pero me siento mejor, más en mi elemento.
¿Qué les recomiendo entonces?
No tanto es cambiar la estrategia que utilizamos para cumplir con nuestros enemil pendientes. Sino cambiar los estándares de exigencia de los que partimos.
No somos heroínas por ser todólogas. No somos supermamás por hacerlo todo pronto y vernos bien mientras lo hacemos.
Al menos yo me siento supermamá cuando el bebé chilaquil sonríe. O cuando me voy y me dice adiós sin angustiarse. O cuando gatea a velocidad turbo. O cuando se golpea y se le pasa rápido el susto. O cuando la pediatra nos felicita.
Ahí se me olvida si ya subí 3 kgs. Si la casa está sucia, si el perro no se ha bañado. Si llevo meses sin entrenar, si comimos mal esta semana o si de las veinte cosas que antes podía hacer bien ahora me salen cinco.
Eso me funciona mucho mejor que las listas, los cuadritos y tanta información categorizada. Como diría mi papá, hay que bajarle tres rayitas.
Al nivel de exigencia personal, a las expectativas que tenemos de nuestros hijos, a la casa perfecta que queremos tener.
Y no porque no debamos esperar cosas de los hijos o quererles enseñar mucho. Sino porque si nos enfocamos en estar felices y que ellos sean felices lo demás va ir llegando por añadidura. Claro, con estructura y siguiendo el curso de desarrollo que les vaya tocando. Pero sin exigir demasiado de nadie porque todos somos distintos.
Seguiremos siendo todólogas (y los papás todólogos porque también hacen circo, maroma y teatro por reclamar ese lugar tan importante que les corresponde en la vida de sus hijos) pero si vamos teniendo claro que no tenemos que cumplir con tanta cosa, todo va a fluir de mejor forma.
Recordemos que los estándares de supermamá en los que nos basamos son muy parecidos (por no decir iguales) a los estándares irreales de belleza que acaban llevando a la sociedad entera a estar enferma y caer en los extremos. Busquemos equilibrar nuestra vida lo más posible y sobretodo disfrutar los momentos que tenemos, saborear esta etapa que dura poco y que nos da mucho.
¡Gracias por leer!
ilustración de pinterest*
Totalmente identificafa.
Gracias por tus palabras reconfortantes
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Cierto! Me siento totalmente identificada, y me da alivio saber que no soy la única. Lo peor de todo es pensar y compararnos con el tipo de mama que describes, pues pensamos que tienen el mismo ritmo de vida o el mismo mundo que nosotros…. Y no!!! Yo estoy tratando de encontrar el equilibrio y es muy difícil !!!
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excelente post, que padrisimo que haya quien comparta sus pensamientos y que nos identifiquemos al pie d ela letra es muy bueno saber que no solo es una la que se siente así, gracias por compartir
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