Nadie me lo platicó

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Antes de ser mamá pensaba, primero, que nunca lo sería y segundo, que mis amigas y/o conocidas mamás enloquecían en el momento que parían. Se dedicaban a hablar de su maternidad, compartir fotos de sus hijos (desde antes de que nacieran) y se iban poco a poco perdiendo a si mismas.

Estaba equivocada, porque si soy mamá. Lo de la locura, pues más bien se necesita locura para casi todo en la vida. Pero heme aquí compartiendo y hablando de mi experiencia y aunque no soy de compartir fotos, da igual, sigo siendo una mamá hablando de su hijo todo el tiempo y para muchos seguramente ya me perdí a mi misma.

La verdad es que desde fuera suena muy aburrido y a veces desde dentro se va volviendo medio tenebroso.

Después de sobrevivir al posparto, llorar por los rincones a la vez que sentimos felicidad, empezamos (en la mayoría de los casos) a platicar un poco más al respecto. Y yo creo que la queja más común que escucho es ¿por qué nadie me dijo que iba a ser así?

Aunque ya habemos muchas que lo decimos, de muchas formas. Los blogs de maternidad los leemos las mamás, no las solteras o las que planean embarazarse. Entonces nuestro reclamo está mal direccionado.

Lo que creo es que, aunque nos digan, no se entiende muy bien hasta que lo vivimos. Pero también creo que es importante platicar lo positivo. La maternidad tiene otro lado de la moneda.

Y eso tampoco nos lo platican mucho.

Es verdad que hay comerciales para el día de las madres que dicen que los hijos son únicos y te dan muchos besos. Que cuando nacen y los sostienes en brazos te enamoras por siempre.

Pero la parte real, del día a día, no es tan vista con ventajas, uno se va más por lo negativo. Así que quise compartirles lo que, en estos poquitos meses que llevo de mamá me ha parecido tan bueno:

  • Priorizas. La verdad hasta entonces entiendes lo que es realmente importante y lo demás puede esperar.
  • Encuentras amistades de verdad. Aunque no lo estés buscando, los temas en común te unen a ciertas personas. Las veas poco o mucho, hablen en vivo o a distancia, se forma un vínculo que ayuda, mucho.
  • Tienes ropa cómoda extra. Sé que la ropa de maternidad se guarda, pero los primeros meses sigue siendo un aliviane porque te ves bien con ella y es MUY cómoda.
  • Te sorprendes a ti misma. Sacas fuerzas quién sabe de dónde, energías, conocimientos, creatividad para inventar canciones, gestos, voces,las ideas aparecen por más cansada que estés. Además de que en el momento en que tienes oportunidad de salir a despejarte, aunque sea al súper, descubres que si es posible estar lista en cinco minutos.
  • Admiras a tu pareja. De repente aparecen cualidades que no le conocías, te aconseja, te escucha o te acompaña y tu bebé lo percibe, se siente feliz al estar con el (o ella).
  • Admiras a tus papás. O no sé si la admiración sea el término perfecto para describir la sensación que te da cuando dices ¿todo esto hicieron por mi y por eso sobreviví? Siendo adultos se nos olvida que fuimos bebés 100% dependientes y que esos papás con los que llevamos media vida discutiendo son los que lograron que cubriéramos todas nuestras necesidades.
  • Se te quita la vergüenza. En mi caso la vergüenza nunca me ha caracterizado pero si acaso me quedaba algo de pudor, lo perdí. Me atrevo a decir lo que siento, pedir lo que necesito y expresar mis opiniones sin miedo. No tengo tiempo ni energía para otra cosa y eso me resuelve todo mucho más rápido.
  • Todo huele rico. (Ok, menos los pañales) Pero de repente la mayoría de cosas en tu casa huelen a bebé. Y eso, aunque no seas muy amigo de los bebés, huele muy bien.
  • Los desconocidos son más amables. Se te acercan, te preguntan (y tu contestas como pavo real orgulloso). Te sonríen. A pesar de que seguimos en este mundo de inseguridades y desconfianzas, cuando tienes hijos eso va desapareciendo, aunque sea por momentos y te preguntan cómo están, cuánto tiene, cómo les ha ido.
  • Las amistades se afianzan, o desaparecen si se necesita. Las amigas que ya tenías con hijos, te comparten y las que no tienen o se van o se acoplan. Es la ley de la vida y la cosa es que uno se va sintiendo cómoda con eso.
  • Te motivas. Tienes un motor para lo que sea que quieras lograr y lo ves 24 horas al día frente a ti, así que no se te puede olvidar.
  • Empiezas a vivir en el presente. Esa es mi favorita, ya no me preocupa tanto lo que pasó o lo que puede pasar pronto porque necesito estar presente y alerta, entonces lo disfruto.

La verdad es que la lista es larga y como verán tiene tanto detalles muy sencillos como cosas más profundas. Puede ir creciendo constantemente, pero lo más importante es conocer también esa parte positiva de la que tampoco se habla tanto.

El amor incondicional es algo que si se dice, pero nos lo pintan de forma medio irreal. Por supuesto que vamos a amar a nuestros hijos enloquecidamente (salvo tristes excepciones) pero lo bueno de la maternidad, de formar una familia, va mucho más allá. Y además ese amor no siempre se siente así, porque los ratos difíciles no lo dejan.

Así que si están embarazadas, recién paridas o con hijos de cualquier edad, es bueno voltear la moneda y recordar todo lo que vale la pena de este camino que nos toca recorrer. Y si aún no tenemos hijos o estamos por tenerlos, es saber que además de los muchos «sustos» que nos pueden dar como el «ya no vas a dormir» o «despídete de tu vida», también vienen buenas sorpresas.

Como siempre, gracias por leer.

Ilustración de Samantha Hahn

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