Navegando

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No sé si les ha pasado, pero a mi la duda me llega casi siempre en momentos de tranquilidad.

Si acabo de acostar el bebé chilaquil y tengo un momento para mi, es cuando empiezo a dudar. Las mamás dudamos de muchas cosas pero todo se reduce a ¿lo estoy haciendo bien? Y de ahí aparecen sus derivados.

Somos egoístas muchas veces, porque en esos momentos no nos ataca la duda en plural. Al menos en mi caso siento que las cosas se equilibran con el papá chilaquil y eso me tiene tranquila, pero las dudas se van sofisticando, son como los virus, mutan.

Cuando uno ya hizo trabajo mental, reafirmó que el chamaco está feliz, que no le duele nada, que ya aprendió a meter las manos para amortiguar los golpes, que camina, en fin que va todo bien, es cuando tiene que buscar otra salida la duda, para instalarse en nuestra mente.

Hoy les platico sobre la duda que traigo rondando por mis laberintos últimamente. ¿Para qué mundo lo estoy educando?

Suena fumado, ya sé, pero es genuina mi pregunta y aplica para la vida real. Para quienes no sepan tanto de mi, vengo de una historia bonita donde mis papás me criaron con amor y libertad. Entonces yo crecí segura de mi misma, contenta con la vida y todo iba bien hasta que de repente me di con pared, dícese de que descubrí que el mundo no era tan amoroso y libre en la práctica como yo pensaba.

Y no, no es que me criaran ingenua, es un poco más complejo.

La cosa es que ahora que soy madre me doy cuenta de que lo que estoy haciendo es parecido y uno quiere enmendar los errores. ¿Pero cómo? y ¿cuáles errores? no los encuentro.

Todos los padres por elección, hacemos lo mejor que podemos. Aclaro lo de elección porque si uno llegó a formar una familia sin ganas pues la cosa cambia. Y con elección no me refiero a hijos planeados sino deseados y amados desde que uno dijo, ok va.

Entonces si estamos haciendo lo mejor que podemos ¿cómo es que puede salir muy mal el resultado? Hay mil formas.

Podemos amarlos tanto que no les demos chanza de amarse ellos.

Se oye muy extremo pero es real, me pasa en el consultorio que llegan adultos en conflicto con sus padres por un tema parecido y no pasa pocas veces. Y les aseguro que esa mamá no dijo, déjame lo quiero tanto que no lo dejo hacer nada con su vida.

Y esta parte es un tanto posible de prevenir porque desde el inicio tenemos momentos en que decidimos dejarlos, aunque sea tantito. Podemos estar todo el día con ellos, pero los dejamos llorar, un segundo, un minuto, lo que necesitemos (si estamos en el baño, o cocinando, etc.). Podemos llevarlos a la guardería por elección (para hacer ejercicio, para desayunar con las amigas, para dormir, etc.). Podemos decirle al papá que tiene determinado horario y nosotras hacer lo que queramos. Podemos apoyarnos en las abuelas. En fin que hay muchas formas de no «asfixiarlos» con un amor aplastante que no los deje crecer.

Y que conste que no tengo nada en contra de quien no los deja llorar ni los deja en guardería ni los encarga con nadie. Solo digo, hay formas en que uno les va diciendo, mira este eres tú y está soy yo.

Volviendo a mi duda de verdad no sé para qué mundo lo estoy educando. El mundo en que vivimos, como bien saben, está jodido, en muchos sentidos.

La economía, la inseguridad, la injusticia, la impunidad, la corrupción. Faltan mejoras en educación (dentro y fuera de casa), falta educación para la paz, falta mejorar la forma en que nos relacionamos, falta tener mayor consciencia social, mayor interés por nuestro medio ambiente. Total que si somos fatalistas, el mundo apesta.

Pero.

Somos románticos, muchos de nosotros, y podemos ver que hay mayor acceso a la información, adelantos tecnológicos que nos ayudan a estar en contacto todo el tiempo, ya se han probado muchas teorías entonces no andamos experimentando sobre cero, la naturaleza sigue sorprendiéndonos y adaptándose, hay muchas mamás involucradas en ecología, hay huertos urbanos, mucha gente que anda en bicicleta, mucha gente consumiendo producción local, total, también hay mucho bueno.

Es así que entonces están los dos mundos polarizados y uno no sabe para donde irse a la hora de presentarle la vida al hijo. ¿Le platico de todo? ¿Nomás lo bueno? ¿Nomás lo malo?

Porque usted me disculpa, el «le platico» no tiene que ser verbal. Si mi hijo me ve angustiada por la cantidad de tóxicos en el agua, en el shampoo, en la comida, en el limpiador de pisos, en el aire, etc. aunque el no tenga claro qué es lo que me angustia justo eso es lo que lo va a «enfermar». No los tóxicos, sino mi toxicidad al respecto.

Igual pasa en todos los sentidos, les vamos pasando cosas. Y como les platicaba el inicio de este post, con lo bueno luego también uno entra en conflicto.

Yo lo puedo criar súper relajado, confiado, feliz. Pero en algún momento tiene que ir entendiendo que el mundo no es igual de facilito. Que en casa está bien equivocarse pero que las consecuencias afuera no son iguales de relax. Que aquí se puede ver la tele a veces al comer, a veces no. Pero que hay lugares donde está prohibido y que si queremos estar en esos lugares pues hay que cumplir con su prohibición.

Nos parezcan o no, las reglas existen. Vayan o no de acuerdo con nuestra filosofía de vida.

Mi duda entonces me va recordando lo que ya sé, que el equilibrio es bien difícil de alcanzar. Que la justicia así total, es utópica, pero el respeto es básico. Que no se necesita ser autoritario para que exista disciplina y orden. Que los niños crecen rápido y que hay que dejarlos jugar.

Si, jugar.

Creo que es de los mejores regalos que me dieron de pequeña. Además de los muchos juguetes que tuve, porque el abuelo chilaquil era fan de regalarnos lo que nos gustaba. Pero me regalaban tiempo, cuentos y juegos, muchos juegos.

Mi hermano y yo jugábamos a la tiendita, el súper, el teatro, hacíamos títeres, corríamos, jugábamos a las escondidas, a los cazafantasmas, hacíamos retas de rap afuera de la casa con los vecinos, conciertos imaginarios, túneles, dibujos, etc. Nos dejaban «hacer desorden», aunque luego hubiera que limpiarlo o ayudar a limpiarlo. Creo que eso ya es decisión de cada papá, pero si es bien importante ese tipo de libertad.

Más que prohibirles la tele, que tengan más opciones. Igual que con las tablets, igual con la comida chatarra. No es quitar, es poner. No es prohibir (siempre) es permitir, ahí si siempre, cosas que enriquezcan su yo interior, que formen esa persona que están destinados a ser y que aunque nos cueste aceptarlo, no depende al 100% de nosotros.

Venimos a este mundo con mucha información ya impresa en los genes y con una forma de ser única. Que se puede moldear, si, se puede coartar, también. Pero que podemos darle muchas herramientas para que crezca y encuentre su camino.

Así que mi duda me ha ayudado a estar más relajada, a disfrutar estos momentos de cambio, de correr tras del bebé chilaquil, de bailar con él, de jugar.

Juguemos juntos, no importa si son cinco minutos, una hora o todo el día. Lo importante es recordar que se vale ajustar la dirección que toma nuestro barco a medio camino.

Como siempre, gracias por leer.

La ilustración, de pinterest.

3 comentarios en “Navegando

  1. Nidia dijo:

    Me encanto el articulo. Yo también tengo dudas todo el tiempo con respecto al tiempo y sentirme egoista por querer dormir o no jugar a «algo» con mi hija pero luego leo este tipo de articulos y calman mis dudas, porque estoy, estamos en el intento de ser buenos padres de dar buenas bases, tiempo, ejemplo y a veces se torna algo dificil…

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  2. analauralanda dijo:

    Dudas de ser humano consciente, no sólo de mamá, sino de alguien que realmente quiere lo mejor no sólo para sí, sino para los demás… El juego, el aprendizaje lúdico, el aprendizaje crítico, el respeto a uno mismo y los demás, la libertad de decisiones o la toma de decisiones son las cosas en las que todos (de cualquier edad y de cualquier género) nos debemos de enfocar para ser humanos que generemos un cambio en esta sociedad. 🙂 Abrazos chilaquila, eres re chilaquilachingona jiji 😉

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  3. Fanya dijo:

    Me encanto, ayer senti temor horrible de ser buena madre y si estare formando a alguien bueno en la vida, pero bueno creo en Dios ys e que el me ayudara a ser mejor madre y sobre todo.. crialos para ser feliz

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