¿Qué comeremos hoy?

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La comida es el centro de la vida de muchos nosotros. Y la verdad es que me parece lógico, por algo la panza está en el centro ¿no?

Conozco algunas personas a quienes les da igual lo que comen, que nunca han tenido problemas con el tema, ni con su imagen y aunque puedo entender algo de ellas dada mi profesión, las catalogo como punto y aparte de todas las demás que básicamente vivimos pensando en comer.

En los últimos tiempos se ha vuelto tendencia el hablar de #cosadegordos al referirse a antojos y demás cosas que hacemos quienes amamos comer. No me molesta, y no veo la gordura en ese contexto como algo negativo ni despectivo, al contrario, ese ser gorditos mentales es lo que nos da rienda suelta para comer de todo con gusto y disfrutarlo.

La comida nutre el alma no nada más el cuerpo y si a alguien de los que están leyéndome hoy le da flojera el tema, me disculpo, pero siendo tan fan de comer a la hora de cocinar para el único hijo que tengo hasta ahora estaba segura que la alimentación sería EL tema. Y así lo es.

Ya les he contado en varios posts previos sobre su alimentación inicial con la lactancia mixta, después con las papillas y alergias y ahora les platico un poco lo que ha pasado en estos casi dos meses tras cumplir el año.

Empezando porque se acabó la fórmula y prácticamente se terminaron los biberones, se ha ido modificando la rutina bastante y los horarios han dejado de ser tan rígidos y cuadrados.

A pesar de que vivimos con tanta libertad, antes pedía de comer como relojito y ahora eso varía mucho dependiendo de qué tanta actividad tiene, qué tal durmió o qué comió en el horario pasado.

Pasó de comer unas quince cosas a comer todo. Bueno, casi todo. En nuestro caso le seguimos sacando la vuelta al chocolate, solamente por prevención y cuidado de la salud y paz mental de los papás. Esto por su inquietud y las propiedades estimulantes del delicioso chocolatín. Pero fuera de eso, si le damos, de todo.

Cuando digo todo me refiero a toda la comida sana que se puede encontrar en casa y en la calle, pero también a la poco sana, ahí si no de toda la que existe porque ya tendríamos un hijo con obesidad. Pero de que va probando lo que le van ofreciendo hasta ahorita, si.

Obviamente al probar las cosas con harina y con azúcar empieza a querer más y más, eso siempre pasará con los productos diseñados para que queramos más. Por eso hay que evitarlos todos, no nada más los niños.

Después de pasar los meses previos siendo cuidadosos en su alimentación y de repente abrir las puertas y dar rienda suelta a su apetito voraz, es medio extraño y empieza un sentimiento de ¿estará bien lo que comió hoy?

No soy solo yo y ya se que en cada post reitero las dudas y siempre acabo cuestionándome como mamá, pero de verdad a todas las madres que conozco les pasa. Al final del día, muchas veces nos preguntamos, ¿estará bien lo que le di de comer hoy? ¿equilibrado? ¿balanceado? ¿le faltará algo?

Tengo las recomendaciones de alimentación de la pediatra pegadas en el refrigerador y me descubro viajando a leerlas mínimo una vez por semana, a pesar de que ya se lo que dicen. Siento como si al verlas me va a caer la inspiración, o de repente voy a recordar que me faltaba darle algún grupo alimenticio que en mi acelere diario se me había olvidado, pero no.

El problema radica en que, cuando tratamos de irnos por las mejores opciones sin darles solamente comida saludable, es complicado encontrar un equilibrio. Es muy relativo. ¿Equilibrado para quién?

Para mis amigas que comen 100% comida congelada en mi casa se come muy sano, pero para mis amigas que tienen huerto en casa, no compran nada empaquetado y jamás van a un restaurante de comida rápida, en mi casa se come mal.

Así es esto. En todo aplica. Si nos ponemos a compararnos con el vecino, la amiga o incluso con nuestra historia, siempre vamos a salir perdiendo. Así que lo que intentamos hacer es encontrar lo que nos acomoda.

Dejar de dar fórmula láctea o pecho o leche de vaca a nuestros hijos es una decisión. Y como se encuentran artículos científicos a favor se encuentran en contra, todos bien fundamentados. Igual pasa con artículos sobre proteína animal, sobre transgénicos, sobre todo. Así que uno va decidiendo lo que mejor le acomode, porque si. Por fe, por moda, por experiencia propia, por los resultados que vemos, porque confiamos en un médico, porque vemos que a la mejor amiga le funcionó y decidimos intentar.

El motivo no es lo importante, lo importante es que las decisiones que tomemos sean las que nos hacen sentir bien y que veamos que a nuestra familia le funciona. Si los hijos crecen, se ven felices, ganan peso según lo esperado y tienen una salud medianamente buena, seguramente lo estamos haciendo bien.

Ahora, ya habiendo tomando tanta decisión tan importante y trascendental, sabiendo qué corriente alimenticia seguimos o no seguimos y qué tipo de comida y productos consumiremos, empieza el ir y venir en las decisiones de qué comer.

Se puede hacer menú semanal. Aquí nos funciona muy bien porque se planea desde la lista del súper y no se tira nada y además tienes variedad de sabores, grupos de alimentos equilibrados y mucha más paz porque cocinas por adelantado varias cosas.

Pero eso es ideal.

No siempre se tiene el tiempo de menú, súper, cocinada por adelantado y muchas veces solo vamos al súper y compramos mucha fruta y verdura y vemos qué se nos ocurre con eso. También se vale, solo que se «pierde» más tiempo y se «gana» más intranquilidad.

Sea de una u otra forma, aquí gana lo práctico. Los desayunos son sencillos fruta o smoothie (que es fruta obviamente, pero traen más cositas). Claro que uno o dos días a la semana se desayunan hot cakes (de avena generalmente) o un omelette, o unos tacos, pero por lo general son fruta o smoothies.

Las comidas, aún más sencillo. Desde que el bebé chilaquil se va convirtiendo en niñocometodo arrasaplatos y arrebatapanes, es casi diario que hacemos sopa de verduras y con sopa me refiero a algo más bien como crema, sin lácteos pero es todo licuado y medio espeso. Osea, le hago papilla pero más líquida, poquito más condimentada y eso comemos-tomamos toda la familia.

Entonces al medio día hay sopa de «entrada» y después buscamos variarle, ensalada (esa si aún no se usa más que para jugar en su caso), arroz, leguminosas, tortitas de quinoa, salmón, cualquier tipo de hamburguesita vegetariana, papas guisadas, en fin que hay muchas opciones pero tratamos de incluir varios grupos alimenticios para equilibrar la situación. Pero siempre siempre hay verduras y más fruta. Porque aquí amamos la fruta.

Los snacks varían y dependen, sinceramente, de la cantidad de trabajo que tenga la mamá chilaquil en el día. Si hay tiempo, pueden ser fruta y cereales, si no hay tiempo galletas (que son integrales o a veces hechas por mi pero siguen siendo galletas) y/o cereal (que es orgánico y mucho más «saludable» pero sigue siendo cereal de caja).

La cena puede ser huevo, fruta de nuevo o bien avenita calientita que estamos intentando últimamente para invitarlo a dormir con la barriga llena, que ya hablaremos en posts futuros respecto al ir y venir del sueño chilaquilero.

Como verán, así que ustedes digan que estructurada la cosa, pues no. Pero si hay un must en cuanto a alimentación en la vida del hijo, de los papás y en general que yo recomiendo a todo quien me deje.

Hay que comer comida, no productos.

La comida está en los árboles, en las plantas. Llega directita de la naturaleza y no hay que procesarla ni empaquetarla para su venta y consumo.

Que vivimos en este mundo industrializado y que todo nos facilita, si. Que no nos vamos a quedar fuera del mundo y comer SOLO eso, es decisión de cada quien. Mi recomendación es que a lo largo del día hagamos lo posible por consumir en su mayoría comida y uno que otro producto.

Son deliciosos, para eso fueron diseñados. Por eso no estoy recomendando que los dejen por completo si no quieren, solo invertir la balanza porque la alimentación hoy en día va industrializándose cada vez más y hay niños que no han visto jamás las frutas y verduras en su estado original.

Como extra les platico que en nuestro caso nos ayuda el tener loncheras adecuadas, platos, dejar al bebé chilaquil experimentar (aunque el padre lo regañe), tener siempre dónde empacar snacks saludables como ya les he compartido en fotos. En fin que la preparación es clave y la verdad que nos toma un par de minutos que luego perderíamos de todas formas comprándoles algo en la calle.

Busquen disfrutar todo el proceso, siempre que se pueda. Si tienen una semana difícil no se agobien tanto y váyanse a lo práctico, pero no hagan de los productos un estilo de vida, mejor compartan esos momentos, saboreen, conozcan cada una de las cosas que comen por separado.

La calidad del alimento que comemos nosotros y que le damos a nuestros hijos es muy importante, pero lo más importante es la calidad de tiempo y emoción que ponemos en ese diario comer. Solo tenemos una vida así que a disfrutarla con quienes amamos y a saborear cada bocado.

¿Ustedes, qué comieron hoy?

Como siempre, gracias por leer.

*Ilustración de pinterest

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