Cerramos Febrero con aires de enfermedad y recibimos Marzo con nuevas energías, muchas ganas y proyectos, cambios por todos lados. Pero quise tomarme el tiempo de platicarles un poco sobre lo que he percibido en los últimos retos de la crianza, que ya saben que esos no paran y cada día te retan de distinta forma. Me centraré en dos cuestiones específicas.
La comparación
Tenemos un afán por voltear a ver al de al lado y me incluyo porque si un día no alcancé a bañarme a tiempo o a barrer o a cocinar o cualquiera de las ene mil cantidades de cosas que una mamá de tiempo completo se auto impone me siento menos mamá o al menos me siento mal.
Muchas veces me he descubierto preguntándome por qué yo no puedo hacer lo que todas las demás pareciera que hacen sin dificultad.
Eso no solo me pasa a mi, les pasa a todos. Porque el ver al otro nos va indicando quienes somos, es como si fuera un espejo, pero en vez de reflejarnos vemos lo que no tenemos, lo que deseamos, lo que nos hace falta o lo que quisiéramos lograr.
Entre mamás empeora. ¿Por qué ella si duerme y yo no? ¿Cómo le hace? ¿Por qué su hijo si come de todo? ¿Por qué ya habla? ¿Por qué su casa está limpia? ¿Por qué no la veo desesperarse? ¿Por qué?
Primero porque todos somos distintos, segundo porque vemos solo una pequeña parte de la vida de los demás. O como dice el dicho nadie sabe lo que hay en la olla más que la cuchara que la menea… o algo así.
Y paso a mi siguiente punto…
Las críticas
Entre mujeres nos pedimos opiniones, siempre. Ya sea para comprar ropa, zapatos, para escribirle al novio, esposo, para todo. Así somos.
Entre mamás intentamos hacerlo menos o con la gente de más confianza porque es un terreno oscuro. Es como entrar a una casa de espantos de las ferias (que por cierto no sé si siguen existiendo porque no tengo vida social, mucho menos voy a las ferias). Pedir opiniones sobre lo que estamos haciendo o dejando de hacer como mamás es un riesgo y lo más probable es que si lo hacemos alguien saldrá lastimado o enojado (que para el caso es lo mismo).
Peor aún, a veces te dan la opinión sin pedirla o se pasan directito a la crítica. Y se siente muy mal.
Cuando alguien te dice que estás haciendo las cosas mal y te da sus argumentos pueden pasar dos cosas, o sufres porque te entra la duda ¿y si tiene razón? o sufres porque no entiendes qué estás haciendo con esa relación en tu vida ¿por qué me está diciendo algo tan distinto a lo que pienso si se supone que me conoce tan bien?
Así que para no alargarles mucho el tema les comparto lo que a nosotros nos ha funcionado y digo en plural porque si yo no tuviera al compañero que tengo a mi lado mis reacciones serían seguramente mucho menos tranquilas, yo primero exploto con el y luego juntos podemos enfrentar las cosas en paz.
- Tengan un plan sobre cómo quieren criar a sus hijos. Un plan que debes saber que no va a salir como quisieras pero que será el cimiento de lo que vas a construir. Piensa en las bases: Nacimiento, alimentación, espacios en casa, educación, establecimiento de límites, etc. Ustedes deciden, no el médico, no sus padres, no sus amigos. Ustedes, con la información que les parezca más acertada y eso me lleva al siguiente punto.
- Infórmense. Hoy en día existen muchas fuentes de información, desde la más digerible hasta la más densa. Desde la científica compleja hasta la simplista. Encuentren fuentes de información en las que confíen y explórenlas.
- Tengan una red de apoyo. Sean sus amigos, su familia, pero siempre sirve contar con alguien(es). Desde un principio tengan claro que ellos estarán ahí para apoyar en momentos difíciles (que créanme, llegarán), pero no son quienes deberán darte solución los problemas ni tampoco serán a quienes debes escuchar cuando te confundes. El apoyo no se soluciona con recetas. Solo un abrazo, el que te escuchen, con eso basta.
- No se tomen las cosas personales. La crianza busca el bienestar de sus hijos, el bienestar de los padres es trabajo aparte, que hace la crianza más llevadera. Pero lo que va pasando en el camino y lo que los demás opinan no es en su contra, solo enfóquense en el bienestar de los pequeños y será más fácil navegar entre tanta opinión.
- Al final del día agradezcan. Los platos sucios, los juguetes tirados, la bañera con agua, las ojeras. Los pocos pesos que les quedan en la bolsa porque encontraron sus juguetes en el súper y estaban baratos según ustedes. Den gracias de que, una vez que decidieron embarcarse en este camino lo están disfrutando y viviendo al día.
Lo mejor podemos darles es padres felices y no hay padres felices que estén enfrascados en la comparación y las críticas. Por más que sean mecanismos normales en nuestra conducta es posible pausarlos y darles la vuelta. Cambia la forma en que tomas la realidad. Búscale lo bueno a lo malo, recuerda que mañana puede ser el último día en que tu bebé toma pecho, o gatea, o dice las palabras a medias. Mañana puede crecer y ya no hacer algo de todo eso.
La crianza dura toda la vida pero la primera infancia se va muy rápido y es donde establecemos las bases de su vida adulta. Merece toda la pena entregarles nuestra total atención, pero siempre y cuando estemos bien con esa idea y lo disfrutemos mientras lo hacemos.
Todo pasa y la niñez vuela, si vas a compararte con alguien compárate con tu hij@, ¿eres igual de feliz y espontáneo? Intenta serlo, solo por hoy.
Gracias por leer.
*Print de Lisa Stubbs