Mamá de dos

momoftwo.jpg

ilustración de pinterest

Este post tiene más de tres meses en modo borrador en mi blog. Este blog que pareciera tener tan abandonado, en el que el año pasado publiqué solo 5 veces. Y así me doy cuenta de que ya soy mamá de dos.

De que los olvidos y las prisas ya son parte de mi y que si llego tarde a todos lados no es culpa de nadie sino que este momento de mi vida es así.

Lo asumo, lo acepto y lo vivo como todo. Sabiendo que pasará y que en no mucho tiempo estaré nostálgica leyéndome a mi misma y recordando este momento de silencio, en la oscuridad, en que escribo con mis hijos dormidos.

Mis hijos.

Ahora tengo dos.

Dos personas, únicas y perfectas que salieron desde dentro de mi y se hicieron desde nosotros, sus papás.

Es tan mágica la vida, que a veces se nos olvida porque nos acostumbramos.

Es fácil olvidar lo fantástico cuando estamos rodeados de cosas malas, de malos ratos, de injusticias y enfermedad. Cuando ser pesimista y ser realista parece la misma cosa, lo bueno se nos olvida.

Nos vamos convirtiendo en jueces muy duros de nosotros mismos. No solo las madres, todos. Pero las madres un poco más.

Siempre exigiéndonos y sintiendo que no somos suficiente.

¿Han visto la cara de sus hijos al verlas? Para ellos si somos suficiente y no solo eso, somos perfectas, solo por ser sus madres.

Este post llevaba tres meses en espera porque decidí no presionarme para compartirles cómo es que me convertí en mamá de nuevo. Cómo viví un parto hermoso, cómo fue cada momento y cómo me volví a enamorar de unos ojos grandes y sonrientes desde el primer momento.

Decidí no presionarme y sobretodo darme tiempo para conocer a mi bebé, conocer a mi hijo como hermano, a mi marido como nuevo papá y a mi como madre de dos.

Es algo que no imaginé nunca y que tampoco sabía que deseaba hasta que un día fue así.

Ser mamá de dos no es igual que ser mamá de uno, no es mejor ni peor pero es distinto.

Ser mamá de dos te regala nuevas culpas, si, esas que nos encantan a las mujeres porque si no fuera suficientemente difícil ser mujer, nos ponemos esas metas inalcanzables de ser también súper mamás y cuando llega el segundo hijo nos sentimos mal con el primero.

Lo estamos dejando de lado. Nos extraña. Lo hicimos sentir mal.

La vida es así, a veces nos deja de lado y a veces nos hace sentir mal. Pero siempre regresa a sorprendernos con la maravilla de lo que podemos sentir, compartir y experimentar.

Quise retomar mi hábito de escribir (en público) para contarles entonces mis impresiones de estos apenas cuatro meses de ser de nuevo mamá.

Estoy feliz

Cansada, desvelada, con el cuerpo reajustándose, la casa sucia, la memoria aún fallándome, mi matrimonio ajustándose, mi trabajo renaciendo, la vida sucediendo y enseñándome cosas.

Y feliz.

Nada nunca nos prepara para ningún hijo. Cada uno llega en momentos distintos, nos encuentra distintas.

A veces más seguras a veces menos. A veces con más compañía y a veces solas. Pero cada uno nos enseña cosas nuevas.

Quise pasar entonces a compartirles eso, este momento de paz nada frecuente pero que me llena el corazón de agradecimiento ya que me reitera que todas esas culpas, todas esas cosas que quisiera hacer a final de cuentas están ahí para motivarme, no para que las consiga.

Las invito a seguir entonces, seas madre de uno, dos, tres o cinco. Sigamos siendo madres sin saberlo todo, sin lograrlo todo pero con las mismas ganas de ser felices que antes de parir.

Como siempre, muchas gracias por leer.

 

 

¿Será que estoy haciendo algo mal?

a12da1efa45a7c043530e15f75ffaa86

Seguramente han visto por la red circulando imágenes de supermamás, súper poderes que solo las mamás tenemos, etc. Nos hace sentir bien que nuestras capacidades sean vistas como algo extraordinario y sobretodo que se nos reconozca que lo que hacemos no es cualquier cosa.

El problema es que no siempre cumplimos con todo lo que se supone que las mamás hacen y ahí empieza la guerra interna.

De por si las mujeres vamos creciendo con muchas ideas impuestas (o autoimpuestas) que para el caso es lo mismo porque no es como que todas nuestras ideas son nuevecitas, casi todas están en nuestra cabeza por lo que vemos, escuchamos, mamamos de los demás (en un sentido figurado y literal). Ya para cuando iniciamos la vida escolar vamos teniendo muchos “requisitos” con que cumplir y cuando llegamos a ser mamás la cosa se complica mucho más.

Si antes habíamos tenido que cumplir con “vernos bien”, ser estudiantes, empleadas o al menos “trabajadoras”, ser amas de casa o tener conocimiento básico de los quehaceres domésticos ahora se van agregando requisitos. Desde el embarazo vamos teniendo que saber sobre anatomía, psicología, irnos informando sobre el parto, lactancia y preparación básica para EL momento. Lista de cosas que necesita el bebé, nosotras como mamás, tacto y prudencia para todo quien nos rodee (porque claro, no es responsabilidad de los demás respetarnos, si nosotras queríamos hijos nosotras habremos de aprender cómo sobrellevar a todos los opinólogos), habremos de ir aprendiendo primeros auxilios (que incluso hay cursos), afinar nuestros conocimientos de administración porque los gastos aumentan, saber cocinar mejor (y saludable, que no se nos ocurra hacer cosas golosas). En general, tenemos que saber organizarnos.

A mi siempre me ha gustado hacer planes, listas, cuadritos, horarios. Pero cuando tengo que cumplir con lo que puse en esas listas me cuesta un poco más. Y desde que soy mamá me cuesta un muchísimo más.

Hay días en que no llego a la regadera, o que de plano no alcancé a hacer la comida, o que se me olvida pagar algo o llamar a alguien, etc.

Algo tengo que estar haciendo mal, es lo que se me ocurre siempre.

Veo mamás guapísimas (generalmente las no tan guapísimas no me causan tanto conflicto yo creo) que al parecer nacieron para ser mamás, no se despeinan, a ellas no se les cae el cabello a puños después de parir. Salen del hospital con su ropa pre-parto y sus músculos siguen tonificados. Encuentran tiempo para hacer ejercicio, cocinar, amamantar (sin dolor), total… Me demuestran que algo estoy haciendo mal.

Cuando eso pasa, tengo un mal día o malas semanas. Lo cual se traduce en un poco más de caos y muchos intentos por reorganizarme. Ahí es cuando empiezo a buscar tips.

Siempre he sido multitasker, siempre he hecho muchas cosas a la vez, incluso años antes de que se me ocurriera que si quería ser mamá. Siempre tengo varios trabajos a la vez, estudio algo por gusto, intento una nueva receta, trato de leer varias cosas, etc., etc., etc.

Pero desde que soy mamá, nunca es suficiente. Me descubro con esa sensación de que me estoy equivocando en algo. Y creo que no soy la única.

La mayoría de mis amigas con bebés me cuentan que se sienten igual.

Incluso las que se ven guapas, siguen teniendo mucho cabello y les queda su ropa pre-parto (si, tengo de esas amigas a las que si ves por la calle con su bebé, radiantes, te da un poquito de coraje), hasta ellas me cuentan que todos sus esfuerzos no se sienten como suficientes.

Entonces me pregunto ¿qué estamos haciendo mal?

Y como siempre, investigo.

La mayoría de la información “confiable” indica que a las multitaskers nos funcionaría mejor organizar pendientes, priorizar e ir de una a una cumpliendo con cada tarea. Seguiríamos haciendo muchas cosas pero ya no a la vez.

Se trataría de romper vicios, porque estamos acostumbradas a amamantar chateando, cocinar porteando, ejercitarnos arrullando al hijo, hablar por facetime con amigas mientras nos pintamos las uñas, ver una película mientras platicamos con el marido y de nuevo un largo etcétera.

Entonces, al menos a mi, la idea de hacer solamente una cosa a la vez me da un poquito de estrés. Siento como si estoy desperdiciando el tiempo.

Los hechos dicen lo contrario, que lo optimizamos y logramos acabar con más cosas. Lo he intentado y si funciona. Para fines prácticos. Para fines emocionales me ha caído bastante mal esa estrategia. Siento que no soy yo.

Así que acabo recayendo cual adicta y me encuentro a los pocos días intentando hacer todo a la vez. Claro que no lo consigo, de nuevo la vida se ve caótica, pero me siento mejor, más en mi elemento.

¿Qué les recomiendo entonces?

No tanto es cambiar la estrategia que utilizamos para cumplir con nuestros enemil pendientes. Sino cambiar los estándares de exigencia de los que partimos.

No somos heroínas por ser todólogas. No somos supermamás por hacerlo todo pronto y vernos bien mientras lo hacemos.

Al menos yo me siento supermamá cuando el bebé chilaquil sonríe. O cuando me voy y me dice adiós sin angustiarse. O cuando gatea a velocidad turbo. O cuando se golpea y se le pasa rápido el susto. O cuando la pediatra nos felicita.

Ahí se me olvida si ya subí 3 kgs. Si la casa está sucia, si el perro no se ha bañado. Si llevo meses sin entrenar, si comimos mal esta semana o si de las veinte cosas que antes podía hacer bien ahora me salen cinco.

Eso me funciona mucho mejor que las listas, los cuadritos y tanta información categorizada. Como diría mi papá, hay que bajarle tres rayitas.

Al nivel de exigencia personal, a las expectativas que tenemos de nuestros hijos, a la casa perfecta que queremos tener.

Y no porque no debamos esperar cosas de los hijos o quererles enseñar mucho. Sino porque si nos enfocamos en estar felices y que ellos sean felices lo demás va ir llegando por añadidura. Claro, con estructura y siguiendo el curso de desarrollo que les vaya tocando. Pero sin exigir demasiado de nadie porque todos somos distintos.

Seguiremos siendo todólogas (y los papás todólogos porque también hacen circo, maroma y teatro por reclamar ese lugar tan importante que les corresponde en la vida de sus hijos) pero si vamos teniendo claro que no tenemos que cumplir con tanta cosa, todo va a fluir de mejor forma.

Recordemos que los estándares de supermamá en los que nos basamos son muy parecidos (por no decir iguales) a los estándares irreales de belleza que acaban llevando a la sociedad entera a estar enferma y caer en los extremos. Busquemos equilibrar nuestra vida lo más posible y sobretodo disfrutar los momentos que tenemos, saborear esta etapa que dura poco y que nos da mucho.

¡Gracias por leer!

ilustración de pinterest*